Mantillas Negras Para Madrinas De Boda O Procesiones De Semana Santa

Válido para ventas efectuadas de Lunes a Viernes con destino la Península Ibérica y Baleares. Práctica que próximamente adoptan las mujeres mucho más próximas a ella. Las damas cortesanas y de altos estratos sociales, empiezan a emplear esta prenda en diversos actos sociales, lo que ayuda, en buena medida, a darle un aire distinguido, así como ha llegado a nuestros días. Mucha gente, cuando asiste a estas fiestas por vez primera, se pregunta cuál es el origen de este traje clásico. Aunque con precisión no se sabe, muchos apuntan al siglo XIX como el comienzo de el reconocimiento de la mantilla. La reina Isabel II fue la encargada de que esta prenda empezara a ser utilizada por muchas personalidades de la nobleza.

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Sin embargo, las sevillanas no dejaron de vestirse de mantilla. Incluso durante los años de la pandemia, en las que las cofradías no lograron salir a la calle por fundamentos obvios, muchas mujeres salieron a la calle vestidas con este traje. Este vestido de Zara es la opción ideal para las que se comienzan en la tradición de vestir de mantilla.

La Semana Santa del año vigente vuelve a ser de lo mucho más atípica, pero, a pesar de que nos hemos vuelto a quedar sin procesiones, muchas mujeres se han animado a vestirse de mantilla, ya que no es necesario que las imágenes procesionen para esto. Vestirse de mantilla en Semana Santa es sinónimo de luto, respeto y tradición, por eso muchas mujeres las llevan a la hora de conocer los templos durante la mañana del Jueves Santo y el Viernes Santo. Esta Semana Santa, huérfana de procesiones, presenta muchas más libertades (siempre y en todo momento con precaución) que el pasado 2020 y poder vestir de mantilla para visitar los templos es una de ella. Esta propuesta de Shein es perfecta para vestir de mantilla, un vestido de silueta lápiz con manga larga, cubre la rodilla y con un suave escote de pico.

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Solo cuesta 19,95 euros, es de largo midi y tiene unos frunces en la región de cintura que de este modo la marca y define la silueta. Manga larga y cuello redondo para continuar las recomendaciones de las expertas. La tradición de vestir de mantilla en Semana Santa es una de las mucho más arraigadas en Sevilla y en el resto de Andalucía. Las mujeres heredan de abuelas a madres y también hijas esta tradición que esperan durante todo el año. Con cariño y cuidado guardan las mantillas para sacarlas una vez llegada la cuaresma y preparar todo lo que precisarán para ese día de luto y respeto.

Seleccionar una mantilla demasiado extendida o demasiado corta para nuestra estatura.

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En el caso de accesorios como los atentos, es preferible apostar por unos fáciles y sutiles de largo medio, que podremos combinar con otras piezas, también fáciles y discretas. En lo que se refiere al bolso, olvida las tendencias de primavera y apuesta por un bolso pequeño y discreto tipoclutch. Para finalizar, se cogen tres pliegues pequeños de la blonda por detrás y se coloca el broche. Es importante tener en consideración que la peina no debe estar ni muy delante ni muy detrás, que mientras que menos horquillas mejor -para que la peina no sufra- y que el broche debe ponerse justo donde ésta acaba.

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Con encaje y el tul muy fino y que tienden a ser diseños de flores, nudos, guirnaldas… Otro género de mantillas son las de blonda, de las que mucho más vemos en Semana Santa. Son bordados que se caracterizan por ser hechos con hilo de seda y que resaltan sobre el tul. Este género de mantillas también se caracterizan por el hecho de que en el final forman extensas ondas también conocidas como punta de castañuela. Sin embargo, para muchas de las familias que deciden proseguir la tradición, esto no es más que una inversión. Como asegura Mila Montero, “lo bonito de esto” es que la misma mantilla que llevó la abuela, pase a la madre y luego a su hija, y de esta manera sucesivamente.

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Quizá algo mucho más riesgoso, pero podría llevarlo una chavala joven a la que le apasione la moda. Es midi y tiene manga extendida, el escote no es demasiado pronunciado (y de serlo podría llevar debajo un top negro para disimularlo). La parte de arriba es ablusada y con corte en la cintura, la falda de nudo tiene abertura central(que asimismo podrás supervisar con un imperdible si se abre en demasía) y pertence a las preferidas y más trendy. Las pertenecientes a las parroquias visitadas van a salir también en procesión tras los pasos.

Dividida en grupos, la mantilla puede ser cuadrado , rondeña , de pico (la más muy elegante y cuyo empleo popularizó Eugenia de Montijo) o madroñera (muy propia de Ronda). Todas ellas puede presentar un género de encaje diferente; bien de bolillo, bien de aguja. De entre todos los tipos de encaje, el mucho más popular en la mantilla es el de blonda que, además de esto, da bastante juego a la hora de colocarla. De ahí que su uso se diese en la mayoría de los casos entre las mujeres de las clases mucho más populares. Fue la reina Isabel II la que logró de esta prenda un símbolo de distinción entre las clases nobles en el siglo XIX.

Son prendas clásicas que tienen la posibilidad de durar durante muchísimos años y si se distribuyen, consiguen mucho más significado. Y no todo es eso, en el momento en que llega el instante de ponérsela, el proceso se transforma en todo un “ritual”. Como es natural, en dependencia de la manera de crear la mantilla, el valor será aproximadamente elevado. Mujeres vestidas de mantillas durante la presentación de la iniciativa \’La mantilla, Sevilla del mal a la alegría\’.

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Las fuertes creencias religiosas y el respeto al entrar en los templos las animaban a emplear un velo para taparse las sienes. Al lado de su hermana, Rocío Montero, que es la directiva creativa de la firma, conforman la segunda generación de una empresa familiar establecida y reconocida en la ciudad más importante andaluza. “Esta tradición la conozco desde mi vida aquí, desde antaño, se vestía mi abuela y después otras muchas generaciones lo hicieron asimismo”, afirma. Charlamos con la compañía sevillana Lina 1960 de este tradicional símbolo de la festividad religiosa tras un par de años sin cofradías en la calle.